Never Again 2.0
Ucrania aspira a convertirse en un país democrático europeo construido sobre los principios del Estado de derecho. Un requisito previo incondicional para lograrlo es la finalización de la guerra.
La liberación de todo el territorio de Ucrania y la terminación de las hostilidades no significa el fin de la guerra. Y no se trata solo de compensar el daño causado y castigar a los culpables: los sentimientos antiucranianos y antioccidentales enardecidos y las ambiciones imperiales, tanto de la élite rusa como de los rusos en general, llevarán tarde o temprano a la siguiente escalada y guerra. Para proteger a Ucrania y al mundo de nuevas agresiones, la coalición contra la guerra necesita crear unas condiciones tales que provoquen profundos cambios internos en la Federación de Rusia y que garanticen una paz sostenible.
Nosotros, los autores de este manifiesto, representantes de la sociedad civil de Ucrania, comprometidos con una solicitud directa proveniente del frente, la solicitud de los defensores ucranianos, nos hemos atrevido a escribir estas condiciones detalladamente. El mundo ya no será el mismo que era antes de la guerra. Por eso nuestro objetivo no es volver al Estado anterior a la guerra, sino tener en cuenta las insuficiencias que hicieron posible esta guerra y crear un nuevo sistema más seguro que hará que cualquier próxima guerra sea completamente imposible. La mayor parte de nuestras propuestas se enmarcan en el derecho internacional, y algunas de ellas están dirigidas al desarrollo con respecto a las nuevas amenazas a la seguridad global.
Este manifiesto contiene una visión del mundo de la posguerra y describe las formas de lograrlo. Es imposible conseguir la paz al precio de la justicia o la justicia al precio de la paz. Para obtener una seguridad internacional sostenible, la justicia y la paz deben lograrse simultáneamente.
Por lo tanto, el agresor debe ser responsable de la guerra.
Ucrania tiene derecho no solo a exigir justicia por los crímenes cometidos por los rusos, sino a recibir garantías claras de paz sostenible en el futuro.
Nosotros, los autores de este manifiesto, representantes de la sociedad civil ucraniana, creemos que la implementación de las ideas de este documento evitará una nueva agresión y asegurará la paz sostenible en interés de todos los pueblos, en la práctica, no solo en Europa Occidental, sino en Europa Central y del Este, mediante la implementación del lema Nunca más.
Prefacio
1. Responsabilidad por la guerra
2. Garantía de una paz sostenible
No sabemos cuánto tiempo durará la guerra, pero una cosa es cierta: cada día se acerca más al final. Ha llegado el momento para que Ucrania y el mundo respondan a la pregunta sobre cuál será este final de la guerra. El mundo se ha perdido en conceptos obsoletos, y no existen fuerzas de oposición en la Federación de Rusia que ofrezcan una imagen del futuro.
Es imposible prever el final de la guerra en detalle. Pero entendemos que el peor escenario ya está descartado: no habrá derrota de Ucrania y su desaparición del mapa mundial. Las Fuerzas Armadas de Ucrania, con el apoyo del movimiento voluntario y de todo el mundo libre, han anulado por completo este escenario. Ya es evidente que Rusia está más cerca de su propia derrota y decadencia que de conquistar Ucrania.
Además, entendemos que un armisticio no significa el final de la guerra. Al considerar los fuertes sentimientos antiucranianos y las ambiciones imperiales, tanto entre la élite rusa como entre los rusos en general, un armisticio será solo un respiro, una invitación a una nueva guerra retrasada de la Federación de Rusia contra Ucrania, así como después del armisticio al final de la primera guerra ruso-chechena llegó la segunda, aún más destructiva y brutal.
El único escenario aceptable para los ucranianos y para el mundo democrático es la victoria de Ucrania y su futuro desarrollo como estado europeo democrático basado en la supremacía del derecho y en el respeto de los derechos humanos. Pero, ¿qué es la victoria? Es obvio que la llegada de las Fuerzas Armadas de Ucrania a las fronteras del año 1991 es una condición necesaria, pero no suficiente, si la Federación de Rusia continúa desarrollando sus planes agresivos. ¿Cómo proteger a Ucrania y al mundo de la próxima guerra? ¿Cómo evitar el escenario cuando en una o dos generaciones un nuevo Putin llegará al poder en Moscú y empezará una nueva guerra de la Federación de Rusia contra Ucrania y Occidente, una guerra en la que nuestros hijos y nietos tendrán que luchar?
Partimos del hecho de que la victoria de las Fuerzas Armadas de Ucrania en el frente, en combinación con el aislamiento internacional de Rusia y las sanciones occidentales, conducirá al colapso y a la caída del régimen de Putin. Sin embargo, estamos convencidos de que la victoria de Ucrania no será completa sin una transformación interna de Rusia, como resultado de la cual cualquier agresión rusa contra Ucrania y otros países será imposible.
Hay que expresarlo claramente: los mismos rusos no son capaces de hacer tales transformaciones. Las enfermedades de la Federación de Rusa han ido demasiado lejos para que este país pueda curarse a sí mismo. En la historia rusa, no faltan intentos de crear una Rusia democrática. Sin embargo, cada uno de aquellos intentos terminó con un período aún más largo de gobierno autoritario y totalitario, con represiones masivas contra su propia población y con una política agresiva hacia sus vecinos.
La misma Rusia no puede escaparse del círculo vicioso de su pasado. Esto solo puede cambiar debido a la presión internacional. Y, sobre todo, aquí debe sonar la voz ucraniana. Nosotros, los ucranianos, merecemos ser escuchados. Esto proviene de nuestra firme oposición a la agresión rusa, que amenaza al mundo entero. Gracias a nuestra experiencia pasada y presente, nos hemos convertido en los principales expertos en el tema relacionado con Rusia. Sabemos muy bien que la amenaza rusa va más allá de Lenin, Stalin o Putin. Somos el principal actor en la transformación de Rusia como una condición importante para lograr una paz sostenible en el mundo.
Nosotros, los autores de este documento, representantes de la sociedad civil ucraniana, hemos tomado el coraje de escribir detalladamente el escenario de tal victoria. Tiene tres destinatarios. En primer lugar, somos nosotros mismos, Ucrania y los ucranianos. Nosotros debemos imaginar claramente los contornos de nuestra victoria para proteger a las generaciones futuras de la guerra y del genocidio.
El segundo destinatario son nuestros socios internacionales, nuestros aliados en la lucha contra la agresión rusa. Les agradecemos por su ayuda actual: sin ella nuestra victoria futura sería imposible. Sin embargo, queremos que ellos se den cuenta de su deber moral respecto de Ucrania. Los ucranianos, mediante su disposición para sacrificar sus vidas por el bien de la libertad y la dignidad, les recuerdan a nuestros aliados sus propios valores, que han sido devaluados en las últimas décadas por cálculos pragmáticos para hacer negocios con Rusia y otros regímenes autoritarios como de costumbre.
El tercer destinatario son todas aquellas fuerzas en la Federación de Rusia y en el exilio que buscan transformaciones, principalmente los pueblos oprimidos del imperio, combatientes activos contra el régimen de Putin, y otras fuerzas rusas no imperiales. Probablemente para algunos, estas fuerzas parezcan débiles en comparación con el régimen de Putin, pero son las que harán el trabajo principal.
Nuestro objetivo no es devolver el mundo a la situación de “antes del comienzo de la agresión”, sino crear un mundo nuevo y más seguro en el que una agresión semejante sea imposible y sus requisitos previos se conviertan en un pretexto para acciones anticipatorias. La mayoría de nuestras propuestas se enmarcan en el derecho internacional, y algunas están dirigidas a su desarrollo de acuerdo con las nuevas amenazas a la seguridad mundial.
El presente documento debe transmitir otra idea importante. No es posible conseguir la paz al precio de la justicia o la justicia al precio de la paz. Para obtener una seguridad internacional sostenible, es necesario lograr la justicia y la paz simultáneamente.
Este documento no abarca el tema de la descolonización del espacio ocupado por el Imperio ruso ni el tema de la distribución geopolítica de las fuerzas de la posguerra. Son temas importantes relacionados con el presente documento, que, sin embargo, requieren una consideración separada.
Desde los tiempos de la Primera Guerra Mundial, el destino de este mundo dependía ampliamente de lo que sucedía en Ucrania y sus alrededores. En el pasado cada intento de ignorar la voz ucraniana terminaba en un desastre tanto para Ucrania como para el mundo entero. Los ucranianos se han convertido en sujetos de la historia y, por lo tanto, el mundo debe acostumbrarse a que “no hay nada de Ucrania sin Ucrania”. De lo contrario, no solo nosotros, los ucranianos, pagaremos un alto precio sino el mundo entero por ignorar a Ucrania. Solo la seguridad dará oportunidades para el desarrollo de Ucrania, Europa y el mundo y creará los requisitos previos para resolver las tareas más difíciles de la humanidad.
La sociedad rusa de hoy no es consciente de su culpabilidad colectiva ni por la guerra, cuya naturaleza criminal es obvia para la mayor parte de los observadores externos, ni por sus consecuencias. La mayoría absoluta de la población, siendo partidarios de la grandeza imperialista de la Federación de Rusia, se encuentra fácilmente bajo las narrativas de la propaganda oficial sobre los llamados defensores de los habitantes de Donbás; sobre la naturaleza artificial del estado ucraniano; sobre que el pueblo ucraniano no existe, ya que los rusos y los ucranianos son uno y el mismo pueblo; sobre la necesidad de defender a la Federación de Rusia contra la agresión de la OTAN. Y los ciudadanos que se oponen al poder en la Federación de Rusia creen que ellos mismos son víctimas de la política de Putin, como los ucranianos.
La sociedad futura sobre la base de la paz sostenible es imposible sin cambios en la conciencia de las masas rusas. El pago de reparaciones de posguerra/indemnizaciones puede tomarse como una corrección de una injusticia obvia, pero no como un castigo para todo el pueblo por la decisión de un individuo. Por lo tanto, el tema del enjuiciamiento por los delitos de guerra contra Ucrania tiene un significado magníficamente grande como instrumento para crear un mundo sostenible y restaurar la justicia de manera legítima.
Hay tres categorías de actos delictivos que requieren una evaluación legal adecuada: los delitos de agresión, los delitos militares y los delitos de lesa humanidad, el genocidio y la incitación a cometerlo.
El primero de esos grupos corresponde a un ataque a un estado soberano con el objetivo de apropiarse de su territorio, establecer el control sobre este y borrar su identidad cultural y nacional. Las acciones de la Federación de Rusia ya han recibido la evaluación política de muchas estructuras internacionales, pero a la fecha no existen mecanismos de responsabilidad legal. Ni la Federación de Rusia ni Ucrania han ratificado el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional con las Enmiendas de Kampala. La Federación de Rusia abusa sistemáticamente de su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que hace imposible aplicar la jurisdicción de la Corte Penal Internacional. Con el objetivo de llenar este vacío, Ucrania propone crear un tribunal internacional independiente para los crímenes de agresión. Este puede ser creado sobre la base de un acuerdo entre algunos países o por la decisión de una organización internacional (la ONU) u organizaciones regionales (el Consejo de Europa/UE). El tema clave es lograr la máxima legitimidad del mecanismo de responsabilidad y la capacidad de superar las inmunidades de los altos funcionarios del país agresor. Las acciones de los líderes rusos deben ser consideradas como crímenes contra la paz y la seguridad de las personas, y el mecanismo de responsabilidad debe ser la respuesta de la comunidad internacional, no solo la de un estado individual.
Dada la consolidación de la voluntad política de la mayoría de los países, podría ser posible otorgar jurisdicción a la Corte Penal Internacional mediante la modificación de la naturaleza procesal del Estatuto de Roma por la Corte Penal Internacional (por ejemplo, previendo la posibilidad de abordar el llamamiento de la Asamblea General de la ONU), pero esto puede durar decenas de años. Cualquier mecanismo requerirá un amplio consenso internacional, cuya formación es ahora una tarea prioritaria. Es importante que el mecanismo de responsabilidad sea eficaz, legítimo y no deje fuera de alcance a la alta dirigencia del país agresor.
Ucrania apeló a la Corte Internacional de Justicia de la ONU argumentando que la Federación de Rusia utilizó acusaciones infundadas contra Ucrania de haber cometido un crimen de genocidio como medio para justificar el acto de agresión. Ucrania ha sido apoyada por docenas de otros países.
Otra acción que requiere una evaluación legal adecuada es la forma de realizar operaciones militares en las que se descuidan la vida y la dignidad humanas. En el transcurso de la guerra, se documentan casos masivos de violaciones del derecho internacional humanitario. La Federación de Rusia no solo cometió un crimen evidente contra la paz y la seguridad de la humanidad, sino que también violó las leyes y costumbres de la guerra. A diferencia de la agresión, de la que son responsables los principales líderes político-militares del país, los crímenes de guerra son cometidos por varios participantes en un conflicto armado, desde soldados hasta generales. Es importante investigar adecuadamente estos delitos, identificar tanto a las personas que los cometieron directamente como a las que daban las órdenes. La sociedad rusa y la comunidad internacional deben ser conscientes del carácter masivo de los crímenes, de los ataques deliberados contra la población civil, del uso desproporcionado de medios de destrucción y de las tácticas de su propio ejército, que ignoran la vida de los civiles, prisioneros de guerra e incluso de sus propios militares.
Otra categoría de crímenes, que tienen una intención a mayor escala, son los crímenes de lesa humanidad, el genocidio y las incitaciones a cometer este último. La persecución sistemática de ciertas categorías de la población civil sobre la base de características predeterminadas, las matanzas masivas de la población civil, el uso masivo de las torturas, la violencia sexual, la reubicación masiva de ucranianos en el territorio de la Federación de Rusia, la reubicación de niños ucranianos y su posterior “adopción” en la Federación de Rusia, los ataques sistemáticos en el período invernal contra la infraestructura energética del país para causar sufrimiento a la población civil: estas y otras acciones deben recibir la calificación legal adecuada. El papel clave en la investigación de estos crímenes debe corresponder a la Corte Penal Internacional, que tiene la jurisdicción respectiva.
Es importante que Ucrania actúe de tal manera que los derechos de las víctimas y los intereses del poder judicial sean una prioridad obvia. La demostrable actitud despectiva de los actuales líderes de la Federación de Rusia hacia la justicia internacional no debe desmotivar a nadie.
En Ucrania se han abierto decenas de miles de procesos penales por crímenes de guerra. Esta escala sin precedentes de actividades delictivas plantea un serio desafío para el sistema nacional de justicia penal de Ucrania, y la Corte Penal Internacional limitará la investigación a solo unos pocos casos seleccionados. A su vez, Ucrania debe demostrar el funcionamiento eficaz del sistema de justicia. La garantía de justicia para todas las víctimas de crímenes internacionales puede facilitarse mediante la participación de un elemento internacional dentro del sistema de justicia nacional.
Desafortunadamente, los procedimientos y las instituciones responsables de la justicia internacional están lejos de ser perfectos. Sin embargo, la escala de la guerra ruso-ucraniana y las posibles consecuencias alientan la búsqueda de soluciones adicionales. La legitimidad y la máxima consolidación de la comunidad internacional en torno a mecanismos efectivos de responsabilidad por los crímenes cometidos durante la guerra ruso-ucraniana deben ser los objetivos principales. Esto creará una base estable para el diálogo con la sociedad rusa partiendo de hechos establecidos y limitará la posibilidad de ignorarlos. El campo para alcanzar compromisos estará delimitado por estas “banderas rojas”, y la sociedad rusa se verá obligada a reconsiderar el tema de los valores humanos universales como base de la seguridad y el orden mundial. Por lo tanto, en una perspectiva estratégica, la responsabilidad beneficiará a la Federación de Rusia, independientemente de su futuro sistema estatal y estructura territorial. Ucrania debe demostrar al mundo apertura a la cooperación y compromiso con los valores de respeto de los derechos humanos y del estado de derecho.
La Federación de Rusia debe pagar por la guerra que desató e indemnizar a Ucrania por daños materiales y morales. Para este objetivo, los estados y las organizaciones internacionales deben adoptar un conjunto de decisiones a nivel internacional y nacional que asegure una evaluación objetiva y una compensación justa por parte de la Federación de Rusia por el daño causado a Ucrania.
A principios de 2023, solo las pérdidas materiales directas de Ucrania a causa de la guerra a gran escala alcanzaron, según el gobierno ucraniano, 700 mil millones de dólares y siguen creciendo diariamente. Los daños materiales indirectos (principalmente la pérdida de dinamismo económico, la capacidad de trabajo de millones de personas, los costes médicos y sociales futuros) aún deben ser evaluados. Además, los daños morales no tienen precedentes: Ucrania tiene derecho a exigir pagos a las víctimas de la guerra y a sus familias.
Desde el comienzo de la guerra a gran escala han sido congelados más de 300 mil millones de euros de las reservas de divisas del Banco Central de Rusia dentro de los límites de las sanciones occidentales. Un paso lógico sería utilizar estos fondos como compensación por las pérdidas de Ucrania, aunque esto requiere cambios en el marco legislativo y cierto coraje político por parte de los países donde estos fondos fueron colocados, como los EE. UU. y algunos países de la UE. Sin embargo, su rápida confiscación a favor de Ucrania parece poco probable mientras que exista al menos una posibilidad teórica de que la Federación de Rusia acepte pagar voluntariamente una indemnización a Ucrania después del final de la guerra. Hasta este momento los fondos congelados pueden desempeñar el papel de un determinado depósito de garantía.
Otra fuente de compensación podrían ser los fondos de empresas privadas y de personas físicas asociadas con el régimen de Putin. El proceso de congelación de los fondos mencionados comenzó inmediatamente después del inicio de la agresión a gran escala y continúa actualmente.
En general, el mecanismo de compensación internacional puede prever dos opciones para resolver el problema:
Además, es posible una cierta combinación de las dos opciones, sobre todo porque la primera opción no puede ser aplicada a los activos de particulares y de empresas, sino solo a los recursos estatales. También son posibles mecanismos más innovadores, tales como un impuesto internacional sobre las exportaciones rusas al fondo de compensación para Ucrania.
La primera opción sería la mejor desde el punto de vista de un arreglo integral, de un reconocimiento y una expiación por la Federación de Rusia de su culpa sobre la guerra. Sin embargo, su posibilidad es remota en el tiempo, y las pérdidas materiales a gran escala requieren una compensación con urgencia.
El principal obstáculo para la segunda opción son los factores legales: su implementación requiere cambios legislativos significativos a nivel de los estados que han congelado activos rusos y están listos para transferirlos a Ucrania.
La búsqueda de soluciones políticas y jurídicas iniciada por los gobiernos de muchos países (los EE. UU., Canadá, Estonia, Alemania, etc.), así como por la Unión Europea, que permitirían el traslado de los activos congelados de la Federación de Rusia a Ucrania ya en unos meses debe ser bienvenida.
A su vez, para que la parte ucraniana lleve a cabo una labor diplomática convincente y fructífera sobre la confiscación de activos congelados en el mundo, Ucrania debe implementar una política propia coherente de confiscación de tales activos ubicados en el territorio de Ucrania, principalmente los activos de los oligarcas rusos cercanos a Putin y de las personas y empresas relacionadas.
Un tema aparte es el regreso inmediato de las personas llevadas por la fuerza de Ucrania, principalmente niños robados y adoptados ilegalmente, que deben ser devueltos inmediatamente a sus tutores legales en Ucrania sin ninguna condición. Los valores culturales y los archivos robados de Ucrania también deben ser devueltos de inmediato y sin condiciones.
En sus resoluciones Agresión contra Ucrania del 2 de marzo de 2022, Consecuencias humanitarias de la agresión contra Ucrania del 24 de marzo de 2022 y Suspensión de los derechos de membresía de la Federación de Rusia en el Consejo de Derechos Humanos del 7 de abril de 2022, la Asamblea General de la ONU reconoció que la Federación de Rusia había cometido la agresión contra Ucrania al violar el art. 2 (4) de la Carta de la ONU, que prohíbe a los miembros de la ONU usar la fuerza contra la integridad territorial y la independencia política de otros estados. Sus propias acciones descalifican a la Federación de Rusia como un estado pacífico, que es el criterio principal para ser miembro de la ONU (según el artículo 4 de la Carta) y de otras organizaciones internacionales.
Respectivamente, todas las organizaciones internacionales deben tomar decisiones sobre la exclusión o suspensión de la Federación de Rusia o la limitación de sus derechos de membresía. Tales decisiones solo pueden ser revisadas cuando la Federación de Rusia detenga la agresión, admita su responsabilidad y compense el daño causado. De tal modo, la participación en organismos internacionales es una de las principales palancas de presión internacional sobre la Federación de Rusia, junto con las sanciones económicas.
La prioridad debería ser privar a la Federación de Rusia de su asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, y en la ONU en general, lo antes posible. Según la posición oficial de Ucrania, es necesario corregir la violación flagrante y sin precedentes de la Carta de la ONU, que existe desde el año 1991, cuando la Federación de Rusia heredó el asiento de la URSS en la ONU, pasando por alto el procedimiento estipulado por la Carta de la ONU. En diciembre de 1991, aquello sucedió con el consentimiento tácito de los estados miembros del Consejo de Seguridad y de la Secretaría de la ONU, lo que limitó de aquella manera los derechos de todos los demás estados miembros de la ONU para expresarse sobre este tema en el marco de la votación en la Asamblea General, según lo dispuesto en el artículo 4 de la Carta de la ONU.
Además, en clara violación a la Carta de la ONU, la Federación de Rusia usurpó el puesto de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Es que el art. 23 vigente de la Carta, que contiene la lista de miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, no contiene las palabras “Federación de Rusia”, sino “Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”. Hasta el momento, no ha habido enmiendas a la Carta, ni un solo voto de la Asamblea General a favor de la transferencia del asiento de la URSS a la Federación de Rusia en el Consejo de Seguridad.
Como resultado, actualmente la Federación de Rusia tiene la oportunidad de bloquear las acciones del Consejo de Seguridad de la ONU, recurrir al chantaje nuclear y alimentario y evitar la responsabilidad por sus crímenes no solo en Ucrania, sino también en Georgia, Chechenia, Siria, países africanos, etc.
Por lo tanto, para lograr sus objetivos de promover la paz y la seguridad internacional y restaurar el respeto por su Carta, la Organización de las Naciones Unidas debe tomar la decisión de privar a la Federación de Rusia de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y privar de su membresía a la Federación de Rusia (o suspenderla) en la ONU en su conjunto y, en consecuencia, en sus instituciones y programas especializados, como en la UNESCO, en particular.
Esto también debería tener el efecto de privar a los ciudadanos de la Federación de Rusia del derecho a trabajar en la Secretaría de la ONU, así como excluir la posibilidad de involucrar personal de la Federación de Rusia en misiones de mantenimiento de la paz (es un número pequeño: en 2021 hubo solo 65 rusos en todas las misiones de la ONU, por lo que esto no debería ser un problema para la ONU). También es necesario excluir o suspender la membresía o limitar los derechos de la Federación de Rusia en las organizaciones y agencias del sistema de la ONU.
En el futuro, cuando la Federación de Rusia regrese a las reglas del mundo civilizado, esta podrá volver a adquirir los derechos de miembro ordinario de la ONU por motivos generales, de acuerdo con el procedimiento previsto en la Carta. Sin embargo, no se le puede dar el lugar de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU a la Federación de Rusia. Hasta que se reforme la Carta de la ONU (lo cual es un asunto demasiado complicado), el asiento de la URSS en el Consejo de Seguridad simplemente puede permanecer vacante.
Como resultado de una violación significativa de las obligaciones de los países participantes, la OSCE tiene que suspender la participación de la Federación de Rusia y Bielorrusia y aplicar, siguiendo el precedente de Yugoslavia en 1992, el principio de “consenso menos uno”. Además, la Federación de Rusia y sus ciudadanos deben ser excluidos de todos los órganos y misiones de la OSCE.
La ODIHR y el Representante Supremo para los Derechos de las Minorías deben comenzar a monitorear la democracia, los derechos humanos y los derechos de las minorías en la Federación de Rusia. La normalización de las relaciones de la OSCE con la Federación de Rusia solo puede tener lugar después de que la Federación de Rusia reúna las condiciones de la ODIHR y del Alto Comisionado para cumplir con la “tercera canasta” de requisitos para los miembros de la OSCE.
En caso de que otros miembros de la OSCE bloqueen decisiones relevantes, será necesario liquidar o restablecer la organización preservando los principios en los que se basa, pero con la invitación solo de aquellos países que estén dispuestos a apoyar la exclusión de la Federación de Rusia y sus satélites y revisar los métodos de trabajo (abolición de la regla de consenso para todas las decisiones).
El Consejo de Europa excluyó a la Federación de Rusia en marzo de 2022. El Consejo de Europa podrá tomar una decisión sobre el regreso de la Federación de Rusia solo después de que esta cumpla con todos los criterios de membresía, en particular con respecto a la implementación adecuada de la Convención sobre la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales y otras convenciones clave del Consejo de Europa, así como el reconocimiento de la primacía de las decisiones del TEDH.
El G20 debería tomar la decisión de realizar un boicot completo a la Federación de Rusia o no invitarla a cumbres y otras reuniones en el formato del G20 hasta que la Federación de Rusia detenga la guerra de agresión y compense completamente el daño causado (y con la condición de que, en ese momento, el potencial económico de la Federación de Rusia siga siendo suficiente para entrar en el G20).
Las organizaciones económicas internacionales e instituciones financieras (OMC, FMI, Banco Mundial, GAFI): actualmente, varios países occidentales han suspendido el estatus de nación más favorecida en el comercio con la Federación de Rusia en el marco de la OMC. El Banco Mundial suspendió todos sus programas en la Federación de Rusia. El GAFI limitó los derechos de la Federación de Rusia (pero no excluyó su membresía ni la incluyó en la “lista negra”); en cambio, el FMI no impuso ningunas restricciones. No es suficiente: todas las instituciones internacionales deben decidir sobre la exclusión, la suspensión de la membresía o la restricción de los derechos hasta que la Federación de Rusia detenga la guerra de agresión y compense completamente el daño causado.
La Federación de Rusia debe quedar excluida de todos los órganos de mando y órganos de gobierno del OIEA para reducir al mínimo la influencia en las decisiones y políticas de esta organización. Las nuevas instalaciones de energía nuclear rusas y los empleados de empresas rusas no deben recibir certificados de cumplimiento y, en consecuencia, garantías de que las instalaciones construidas cumplen con los mejores estándares internacionales. Cualquier instalación nuclear rusa debe mantener el estatus de amenaza para la seguridad nacional de los países donde se encuentra para que todos los países se nieguen voluntariamente a cooperar con las empresas rusas.
La estrategia de la Federación de Rusia para retirarse de la guerra en Ucrania tras la derrota total de sus tropas debe centrarse en eliminar las consecuencias de la agresión rusa de manera justa, teniendo en cuenta la prioridad incondicional de los intereses de la sociedad ucraniana y el respeto a la soberanía e integridad territorial de Ucrania.
Como consecuencia de las pérdidas humanas irreparables, la migración masiva de millones de ciudadanos ucranianos, el daño causado a la demografía, la economía y la infraestructura críticas, Ucrania tiene derecho no solo a esperar el arrepentimiento y la expiación de los rusos, sino a exigir justicia por los crímenes cometidos por ellos y garantías claras de no renovación del potencial de agresión. Además, la Federación de Rusia debe retirarse de todas las esferas de la vida en Ucrania, para que solo la sociedad ucraniana, sin presión ni interferencia alguna, pueda determinar su futuro y proteger su identidad.
Entre las medidas prioritarias se deben incluir las siguientes:
El requisito previo básico para lograr la paz sostenible es la pertenencia de Ucrania a la Unión Europea y a la OTAN.
La pertenencia a la UE establece un marco interno, determina el contenido de las reformas de modernización, establece el compromiso con el Estado de derecho y un sistema democrático (es decir, responde a la pregunta ¿cómo debe ser Ucrania?). Ucrania seguirá el camino del fortalecimiento de las instituciones democráticas; desarrollará los logros de la descentralización, las reformas estatales y de gobierno corporativo; implementará los estándares europeos en todos los sectores y se inspirará en los objetivos del desarrollo sostenible y, al mismo tiempo, evitará caer en el autoritarismo y la monopolización del poder, riesgos típicos de muchos países de la posguerra.
A su vez, la pertenencia a la OTAN garantizará un marco de seguridad exterior. El movimiento hacia la adhesión a la UE y la OTAN son dos procesos que están indisolublemente vinculados entre sí, aunque no necesariamente terminarán al mismo tiempo.
Los países democráticos estarán dispuestos a proporcionar las más altas garantías de seguridad a Ucrania (mediante el artículo 5 del Tratado de Washington sobre el establecimiento de la OTAN) solo con la certeza de que el avance de Ucrania hacia altos estándares democráticos, hacia una cultura legal, hacia una economía social de mercado y hacia la superación de la corrupción será sincero y coherente. El impulso hacia la membresía en la UE determinado por criterios transparentes es una salvaguardia de la inmutabilidad del avance antes mencionado.
Con el comienzo de la gran guerra en 2022, la necesidad de inventar simulacros de seguridad desapareció: la idea de una “nueva arquitectura de seguridad en Europa” propuesta por la Federación de Rusia finalmente se quebró. De hecho, esta etiqueta ocultaba el deseo de la Federación de Rusia de una “nueva Yalta”, es decir, la división de Europa para esferas de influencia.
Incluso antes, en 2014, la idea de “no alineamiento” o “neutralidad” de Ucrania se arruinó: el estatus de no alineamiento, que estaba consagrado en la legislación de Ucrania para marzo de 2014, de ninguna manera protegió al país contra la anexión de Crimea y contra el comienzo de una guerra en Donbás. La reanudación de los debates sobre el no alineamiento/neutralidad de Ucrania es contraproducente, ya que este estatus no garantiza la paz ni la integridad territorial de Ucrania, sino solo las condiciones para la expansión armada impune de la Federación de Rusia en Ucrania y la anexión de sus territorios.
La gran guerra anuló los temores de que una mayor expansión de la OTAN pudiera empeorar las relaciones con la Federación de Rusia, porque aquellas llegaron a ser casi nulas, incluso sin expansión, como resultado de las acciones unilaterales de la Federación de Rusia. Un paso importante en esta dirección tuvo lugar en 2022 con la invitación a Suecia y Finlandia para unirse a la Alianza. El precedente de la adhesión rápida sin el uso de una herramienta de preparación a largo plazo desarrollada para tiempos de paz, el Plan de Acción de Membresía, puede seguir utilizándose, especialmente en el contexto de la larga experiencia de Ucrania en la implementación de programas anuales de cooperación destinados a lograr los criterios de membresía desde el año 2009.
En cambio, el avance hacia la membresía en la UE se desarrollará dentro de los límites del estatus de candidato obtenido por Ucrania en junio de 2022 a través del proceso de negociación pertinente y de la implementación de criterios que actuarán como guía para fortalecer las instituciones democráticas, el Estado de derecho, la competitividad de la economía ucraniana y la vitalidad de la sociedad ucraniana.
Actualmente los riesgos de no incluir a Ucrania en la UE y en la OTAN (la preservación de la «zona gris», que crea una tentación constante de agresión impune por parte de la Federación de Rusia) superan significativamente los riesgos de expansión, que fueron discutidos activamente durante los años previos: provocar a la Federación de Rusia o aceptar países insuficientemente preparados.
Con el comienzo de la gran guerra, un factor importante de escepticismo sobre la membresía de Ucrania en la UE y en la OTAN esencialmente desapareció: el factor de la debilidad fingida o el consumismo de Ucrania, que algunos entendieron como un estado débil y fallido. Ucrania ha pasado por las pruebas más difíciles en la guerra contra la Federación de Rusia y está resistiendo de manera digna al agresor, significativamente superior tanto en la dimensión militar como en el contexto de la estabilidad y resistencia social. Con tal experiencia se garantiza que Ucrania no será ningún consumidor, sino un contribuyente significativo a la seguridad y estabilidad de Europa.
Como resultado del avance exitoso de Ucrania hacia la adhesión a la UE y a la OTAN, se creará una salvaguardia efectiva contra posibles intentos de restaurar el espacio imperial ruso, que requiere la presencia de un cinturón “gris” no cubierto por garantías de seguridad efectivas (proporcionada por la OTAN) y, al mismo tiempo, normas armonizadas para el funcionamiento del estado, la sociedad y el mercado (proporcionadas por la UE).
La formación de estereotipos sobre Rusia tuvo lugar durante siglos en Occidente. Hoy estos estereotipos incluyen ideas sobre la grandeza, la invencibilidad y el éxito de la Federación de Rusia frente al estatus secundario de Ucrania; sobre el derecho de la Federación de Rusia a áreas de interés; sobre el derecho exclusivo de la Federación de Rusia al patrimonio de la URSS (incluida la herencia moral de la víctima y del vencedor del nazismo); sobre la aceptación de la versión rusa de la historia de los países y pueblos del este de Europa y del norte de Eurasia; sobre la pertenencia de ciertos territorios de Ucrania a Rusia; sobre la excepcional grandeza e importancia de la cultura rusa; etc. Estos estereotipos fueron reforzados por una propaganda y una desinformación increíblemente efectivas y sostenidas. Al mismo tiempo, se subestimaban las ambiciones imperiales y las acciones agresivas de la Federación de Rusia, el colapso de la democracia y la situación en el campo de los derechos humanos en la Federación de Rusia. La cooperación económica con el régimen autoritario y una respuesta débil a la anexión ilegal de Crimea en 2014 dieron a la Federación de Rusia confianza en sí misma y recursos financieros para realizar una agresión a gran escala contra Ucrania.
Los estereotipos antes mencionados condujeron no solo a la sobreestimación de la Federación de Rusia, sino a la subestimación de Ucrania. Por eso Occidente se sorprendió de la estabilidad de Ucrania y de la elección del vector europeo y euroatlántico por parte de la sociedad ucraniana que desafía todas las aspiraciones de la Federación de Rusia. La unanimidad del referéndum nacional sobre la independencia de Ucrania en 1991, la Revolución Naranja de 2004, la Revolución de la Dignidad de 2013-2014 y la lucha armada de 2014-2023 son ejemplos que deniegan de manera convincente los estereotipos antiucranianos.
Para superar los estereotipos es necesario implementar las siguientes estrategias:
La experiencia de la agresión rusa demuestra que la propaganda de guerra agresiva y genocidio a nivel estatal debe provocar una fuerte reacción en la comunidad mundial, hasta la introducción de sanciones. La falta de reacción frente a los preparativos de propaganda iniciados para la guerra conduce en última instancia a consecuencias mucho peores.
En Europa no habrá paz sostenible mientras haya en el continente un país que, en las peores tradiciones de la edad oscura de la historia, no respeta los derechos humanos ni garantiza su observancia ni siquiera a sus ciudadanos; que sigue siendo un imperio que no garantiza la libertad de desarrollo de sus pueblos indígenas y de sus minorías nacionales; que utiliza la política de la memoria histórica, los organismos públicos, la iglesia, los tribunales no para garantizar la libertad y el desarrollo de sus ciudadanos, sino para justificar y mantener un poder totalitario, una política exterior agresiva y el militarismo expansivo. La agresión de la Federación de Rusia contra Ucrania demostró la necesidad de descolonizar la Federación de Rusia y superar sus prácticas totalitarias de ejercicio del poder.
Por lo tanto, para garantizar la paz sostenible en Europa, la Federación de Rusia debe, ante todo, actualizar su sistema constitucional, su estructura social y política a los estándares modernos y debe hacerlo no solo legalmente, sino también de hecho. Esta es una de las condiciones necesarias para iniciar una discusión sobre la normalización de las relaciones con este país.
Primero, es necesario llevar la constitución de la Federación de Rusia a los estándares internacionalmente reconocidos definidos en las recomendaciones del Consejo de Europa y de la Comisión de Venecia, como su organismo especializado. En primer lugar, la constitución debe establecer:
En segundo lugar, es necesario armonizar el sistema real de la Federación de Rusia con su constitución, y para lograrlo debe:
La experiencia de muchos países que salieron del totalitarismo también demuestra el efecto positivo de abandonar el liderazgo político unipersonal (monarca o presidente) y pasar a la organización del poder basada en el pluralismo político y el parlamentarismo.
Mientras la Federación de Rusia siga siendo un imperio, mantenga a los pueblos colonizados en su estructura sin reconocer su derecho a la autodeterminación, explote los territorios de los súbditos de la federación en aras del centro y de los oligarcas, las posibilidades de que la Federación de Rusia se convierta en un estado europeo legal y democrático se mantienen casi nulas. Por lo tanto, es necesario informar y asegurar políticamente la posibilidad de realización por parte de los pueblos colonizados e indígenas, así como de los residentes de los territorios colonizados, del derecho a la libre determinación reconocido por los documentos básicos de la ONU, si la voluntad de estos pueblos está claramente expresada. Al mismo tiempo, uno no debe temer a la posible formación de nuevos estados independientes, solo es importante promover el carácter democrático y pacífico de este proceso.
Además de llevar la constitución y la legislación a estándares civilizados, es importante crear las condiciones para la transformación de la conciencia pública desde el apoyo al concepto imperialista y agresivo del “mundo ruso” hasta el respeto de la dignidad y la libertad de todas las personas, naciones y pueblos. Una de las herramientas de tal transformación es la depuración: la imposibilidad legal de ocupar cargos públicos y participar en la vida pública (incluyendo la enseñanza y la aparición en los medios de comunicación) por 25 años para las personas involucradas en la formación y el funcionamiento del régimen totalitario de Putin, que cultiva el odio hacia otros pueblos y la histeria antioccidental, que revivió el imperialismo ruso y justifica sus crímenes pasado, que recurrió al uso ilegal de las fuerzas armadas en Chechenia, Georgia, Moldavia, Ucrania y que cometió crímenes de genocidio en Ucrania. El círculo de personas involucradas debe incluir miembros del parlamento que votaron a favor de la agresión contra Ucrania; jueces del Tribunal Constitucional de la Federación de Rusia, que reconocieron la legalidad de la anexión de Crimea; directores, editores y periodistas de programas políticos de medios federales; los líderes de la Iglesia Ortodoxa Rusa, las direcciones espirituales de los musulmanes y otras figuras religiosas que promovieron y aprobaron la guerra; generales de las fuerzas armadas y empleados del FSB; miembros del gobierno y funcionarios de la administración del Presidente de la Federación de Rusia, etc.
Es necesario reconocer a la Comisión Extraordinaria (ChK)-NKVВ-KGB-FSB como organismos criminales para excluir cualquier intento futuro por parte de sus empleados de tomar el poder y controlar el estado. También es necesario asegurar el control civil sobre el sector de la seguridad.
La “normalización” de la Federación de Rusia es imposible sin tomar las medidas adecuadas en la política humanitaria. Por analogía con la desnazificación de la Alemania de Hitler tras su derrota, esta política, en el caso de la Federación de Rusia, debería reducirse a su “desrrusificación”. Con esto no nos referimos a la prohibición o vulneración de la identidad, lengua y cultura rusas (similar a como lo hicieron las autoridades rusas en relación con los ucranianos y otros pueblos), sino a la superación de la identificación de la Federación de Rusia con la “gran Rusia” y “el mundo ruso”. Es con esta identificación que se vinculan la idea y la política estatal de la “grandeza de la Federación de Rusia”, el sentido de exclusividad histórica de Rusia como una civilización separada, la supremacía y las reivindicaciones territoriales de naciones vecinas supuestamente “ahistóricas” y los intentos de establecer un monopolio sobre su historia.
Para lograr este objetivo, vale la pena:
La Rusia moderna es el resultado de muchos siglos de sangrienta expansión colonial, destrucción de pueblos, cruel explotación de los pueblos y restricción de los derechos de los ciudadanos. La larga historia de opresión, tanto de los vecinos como de los propios ciudadanos, se ha desarrollado de manera ininterrumpida en la era moderna, a pesar de que la democracia, los derechos humanos y los principios de la convivencia pacífica se han convertido en la base del orden mundial moderno. Sin cambios fundamentales en las tradiciones culturales, políticas y administrativas, incluso después de la derrota, Rusia corre el riesgo de convertirse en un estado que busca venganza y representa una amenaza para las generaciones futuras.
Es por eso por lo que la Federación de Rusia debe ser desmilitarizada, desarmada y privada de la oportunidad de iniciar una nueva guerra en Europa. Los Planes del Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia para aumentar las fuerzas armadas durante 2023-2026 a 1,5 millones de personas, la formación de dos nuevos distritos militares (Moscú y Leningrado), los planes para crear nuevas divisiones mecanizadas y de artillería, la transformación de aerotransportados y brigadas marinas en divisiones, el despliegue del cuerpo de ejército en la frontera con el futuro miembro de la OTAN, Finlandia, indica que después de cierto tiempo la Federación de Rusia estará lista para llevar a cabo la agresión con más fuerzas y mejor preparación utilizando armas nucleares tácticas. Al restaurar la estructura divisional ofensiva de los tiempos de la URSS, la Federación de Rusia está transformando sus fuerzas armadas para resolver tareas ofensivas estratégicas.
Son posibles varias direcciones de la ofensiva rusa en Europa. Es muy probable la agresión contra los estados bálticos y Polonia. Moldavia y Rumania en el sur, Eslovaquia en el centro y Finlandia en el norte del flanco este de la OTAN pueden convertirse en los objetivos de la próxima agresión rusa. Si ahora, cuando la Federación de Rusia está debilitada por la guerra perdida con Ucrania, el mundo no aprovecha el momento para su desarme completo, se enfrentará a una nueva guerra rusa, la que irá acompañada del uso de armas nucleares tácticas, ya que la Federación de Rusia nunca será lo suficientemente fuerte solo con armas convencionales.
Ucrania siempre será la primera barrera contra la agresión del este y por ello debería pertenecer a la OTAN. No consideramos nuestra futura membresía solo en el contexto de una garantía de seguridad para Ucrania. Con base en el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, queremos ser, junto con nuestros vecinos de la OTAN, el escudo oriental de la Alianza contra la agresión rusa. Ucrania debe estar contar con las mejores armas y equipos militares. La pertenencia a la OTAN es nuestra contribución a la seguridad europea común. Ucrania debería convertirse en la piedra angular de la estrategia de defensa colectiva de la OTAN.
La desmilitarización y desnuclearización de la Federación de Rusia son necesarias desde el punto de vista del castigo por parte de la comunidad mundial a un estado agresor nuclear que atacó a un estado libre de armas nucleares, amenazó con usar tales armas, se apoderó de instalaciones de energía nuclear con el riesgo de provocar un enorme accidente nuclear a gran escala, estimuló el desprestigio de las armas del régimen mundial de no proliferación nuclear y aceleró el desarrollo de tales armas y sus portadores en los países emergentes.
A la Federación de Rusia, como país que recurrió a la agresión con crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y prácticas genocidas, se le debe prohibir tener presencia militar fuera del territorio nacional, independientemente de que se trate de la presencia oficial de las fuerzas armadas de la Federación de Rusia o en forma de empresas militares privadas. Todas las bases militares y las bases fuera del territorio internacionalmente reconocido de la Federación de Rusia deben ser eliminadas. Para evitar una nueva guerra en Europa, se deben establecer restricciones para la Federación de Rusia en el marco del nuevo formato de negociaciones sobre el control de las fuerzas armadas y armas convencionales en Europa.
La desmilitarización del agresor debe incluir:
Además, Bielorrusia está sujeta a la desmilitarización por constituirse en un aliado del agresor que proporcionó su territorio para un ataque a Ucrania..
La desnuclearización de Rusia está dictada por el ataque sin precedentes de un estado nuclear contra un participante no nuclear del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, que voluntariamente renunció a las armas nucleares. Creemos que los Estados Unidos, como primera potencia nuclear, y otros miembros del “club nuclear” (Gran Bretaña, Francia y la República Popular China), como países responsables del destino del mundo, deben iniciar el proceso de desnuclearización del país agresor. Debe establecerse una condición: sin la desnuclearización de la Federación de Rusia, es imposible levantar las sanciones, y cualquier evasión de la desnuclearización irá acompañada de su fortalecimiento hasta el punto del completo aislamiento económico de la Federación de Rusia como fuente de amenaza para la paz en Europa.
La Federación de Rusia utilizó la energía como arma, por lo tanto, estas posibilidades deben ser limitadas.
Al alcanzar los objetivos del Acuerdo de París para reducir las emisiones, la implementación de la UE de su Curso Verde ya ha cuestionado el uso de combustibles fósiles en el futuro, incluido el petróleo y el gas rusos. La guerra de la Federación de Rusia contra Ucrania debe acelerar este proceso: la participación de los recursos energéticos rusos en el mercado europeo ya se redujo a cero y será reemplazada por fuentes de energía renovables. El suministro al mercado mundial debe estar bajo el control de la comunidad internacional.
Siendo uno de los actores clave en el mercado mundial de la energía, la Federación de Rusia demuestra constantemente su incapacidad para administrar sabiamente los ingresos recibidos de la venta de recursos naturales y, en lugar de desarrollar el bienestar de las regiones del país, los gasta en la corrupción, en la destrucción de la oposición y en organización de guerras contra otros países. La no injerencia silenciosa de los países compradores (especialmente los miembros de la UE) sobre los fines en lo que se gastan los fondos de la venta de gas y de petróleo se convirtió en una de las razones de las guerras iniciadas por la Federación de Rusia en Georgia y Ucrania, ya que otorgó a las a autoridades rusas ganancias excesivas incontrolables. Considerando que el comercio mundial de petróleo y gas continuará durante décadas, deben modificarse los principios de dicho comercio.
Una mejor coordinación de los países compradores de petróleo y gas permitiría limitar la manipulación y el chantaje en el sector energético. La aplicación de un “tope de precios” (precios máximos para los bienes) y la coordinación con respecto a las restricciones al comercio marítimo de petróleo ruso demostró que el mundo puede beneficiarse de la formación de una posición única en el mercado.
La Unión Europea ya ha iniciado un proceso de compras conjuntas de gas entre los estados miembros. Esto puede convertirse en una situación beneficiosa para todos los involucrados cuando, en oposición a la OPEP, se forma una asociación de los mayores compradores de recursos energéticos, lo que tendrá un impacto en la política energética mundial.
Como parte de la imposición de sanciones por violaciones al derecho internacional y de la formación de acciones conjuntas para restaurar la capacidad de negociación de Rusia, se debe crear un mecanismo para la venta de recursos naturales solo a través de una cuenta especial de una agencia internacional especializada, que garantizará el control sobre el hecho de que los fondos se inviertan solo en el desarrollo de infraestructura, en el bienestar de las regiones del país y en apoyo a los derechos humanos. Además, la tarea de la mencionada Agencia debe ser reorientar una parte de las ganancias para financiar la reconstrucción de Ucrania. Habiendo sufrido una destrucción severa de más del 50 por ciento del sistema energético, Ucrania exigirá con razón su reconstrucción sobre los principios de lograr la neutralidad climática a expensas de los fondos mencionados.
Considerar las lecciones de la agresión rusa para el futuro del sector energético implica:
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Nosotros, los autores de este manifiesto, representantes de la sociedad civil ucraniana, creemos que la implementación de las ideas de este documento hará imposible la próxima agresión y garantizará la paz permanente en interés de todos los pueblos, en la práctica, no solo en Occidente, sino en Europa Central y del Este, implementando el lema Nunca más.
Olha Aivazovska, directora de la junta de la Red Cívica OPORA
Andrii Andrushkiv, sargento menor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, máster en Teología
Konstantin Batozskyi, politólogo
Mykola Vyhovskyi, figura pública
Evgeny Hlibovytskyi, director del centro analítico pro.mova
Hanna Hopko, jefe de la Junta de la Red de Defensa de los Intereses Nacionales (ANTS), Centro Internacional para la Victoria Ucraniana (ICUV)
Mykhailo Gonchar, presidente del Centro de Estrategia XXI, editor en jefe de la revista Seguridad del Mar Negro
Volodymyr Horbach, director ejecutivo del Instituto para la Transformación del Norte de Eurasia
Yaroslav Hrytsak, profesor de la Universidad Católica de Ucrania
Natalia Humenyuk, periodista
Oksana Daschakivska, directora de la Oficina de la Fundación Internacional Renacimiento en Lviv
Orest Drul, editor de Zbruch
Pavlo Klimkin, ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania en 2014-2019
Ihor Koliushko, presidente de la Junta del Centro para las Reformas Políticas y Legales
Oleksii Kovzhun
Oleksandra Matviychuk, directora del Centro para las Libertades Civiles
Masi Nayem, soldado de las Fuerzas Armadas, abogado
Bohdan Pankevych, cofundador, miembro del Consejo Político del Partido Ucraniano Gallego
Svyatoslav Pavlyuk, director ejecutivo de la Asociación Ciudades Energéticamente Eficientes de Ucrania
Valerii Pekar, profesor de las escuelas de negocios de la Academia Kyiv-Mohyla y de Lviv
Roman Romanov, director del Programa de Derechos Humanos y Justicia, Fundación Internacional Renacimiento
Taras Stetskiv, diputado popular de Ucrania durante cinco convocatorias
Oleksandr Sushko, director ejecutivo de la Fundación Internacional Renacimiento
Dmytro Shulga, director del programa Europa y el Mundo de la Fundación Internacional Renacimiento
Alim Aliyev, director general adjunto del Instituto de Ucrania, miembro de la Junta del Complejo de Combustible y Energía de Ucrania
Maria Berlinska, activista pública, veterana de la guerra ruso-ucraniana
Yevhen Bystrytskyi, Fundación Filosófica de Ucrania
Mykhailo Vynnytskyi, profesor de la Academia Kyiv-Mohyla
Taras Vozniak, redactor jefe de la revista cultural independiente Yi (Ї)
Olena Halushka, cofundadora del Centro Internacional para la Victoria Ucraniana
Alyona Hetmanchuk, directora del Centro Nueva Europa
Ihor Hyrych, jefe del Departamento de Fuentes sobre la Historia de Ucrania en el Siglo XIX – comienzo de Siglo XX del Instituto de Arqueología y Estudios de Fuentes de Ucrania que lleva el nombre de M. Hrushevsky, Academia Nacional de Ciencias de Ucrania
Yurii Golovach, académico de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, investigador jefe, Instituto de Física de Sistemas Condensados de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania
Kyrylo Govorun, profesor del Colegio Universitario de Estocolmo
Oleksandra Dvoretska, defensora de los derechos humanos
Larisa Denysenko, escritora, defensora de los derechos humanos
Andrii Deshchytsia, ministro interino de Relaciones Exteriores de Ucrania en 2014.
Yevhen Dykyi, veterano de la guerra ruso-ucraniana, publicista, biólogo, director del Centro Científico Antártico Nacional del Ministerio de Educación y Ciencia de Ucrania
Andrii Dligach, presidente del Consejo de la Coalición de Comunidades Empresariales para la Modernización de Ucrania, profesor de la Universidad Nacional Taras Shevchenko de Kiev
Volodymyr Dubrovsky, economista sénior de CASE Ucrania
Volodymyr Yermolenko, filósofo, presidente del Complejo de Combustible y Energía de Ucrania, editor jefe de UkraineWorld.org
Andrii Zelinskyi, capellán militar de la UGCC, profesor de la UCU, cofundador de la Academia de Liderazgo de Ucrania, presidente del Consejo de Supervisión del Fondo de Veteranos de Ucrania
Ihor Isichenko, arzobispo emérito, profesor de la Universidad Nacional de Járkov que lleva el nombre de V.N. Karazin
Said Ismagilov, jefe del Centro Ucraniano de Estudios Islámicos, paramédico militar
Vakhtang Kebuladze, filósofo, escritor, profesor de la Universidad Nacional Taras Shevchenko de Kiev
Vakhtang Kipiani, periodista
Mariana Kiyanovska, escritora
Oleksandra Koltsova, autora, cantante, directora de medios
Georhii Kovalenko, Rector de la Universidad Ortodoxa Abierta de Santa Sofía Sabiduría
Andriy Kurkov, escritor, miembro del Centro del Complejo de Combustible y Energía de Ucrania
Svyatoslav Litynskyi, doctor en Filosofía, profesor asociado del Departamento de Programación, organización civil Nezalezhni.
Andriy Lyubka, escritor
Myroslav Marynovych, vicerrector de la Universidad Católica de Ucrania
Hennadiy Maksak, directora ejecutiva del Consejo de Política Exterior Prisma de Ucrania
Alina Mykhaylova, diputada del Ayuntamiento de Kiev, militar de las Fuerzas Armadas de Ucrania
Hennadiy Mohnenko, pastor, jefe del Batallón de Capellanes de Mariupol, presidente de la Fundación de Caridad Pіlіgrim
Olesya Ostrovska-Lyuta, experta cultural, directora del Complejo Nacional Cultural, Artístico y de Museos Art Arsenal
Serhiy Plokhyi, profesor del Departamento de Historia de la Universidad de Harvard
Yurko Prokhasko, autor, traductor, psicoanalista
Vsevolod Rechytskyi, profesor asociado de la Universidad Católica de Ucrania, presidente del Consejo del Grupo de Protección de Derechos Humanos de Járkov
Oleg Rybachuk, director del Centro de Acciones Conjuntas
Olga Rudneva, directora ejecutiva de la organización benéfica Fundación Benéfica Superpersonas
Mykola Ryabchuk, presidente honorario del Centro del Complejo de Combustible y Energía de Ucrania
Alla Samoilenko, directora de casting, miembro de la junta de la Academia de Cine de Ucrania
Akhtem Seitablaev, director, actor, director de la Empresa Estatal Krymskyi Dim, sargento menor de las Fuerzas Armadas de Ucrania
Iryna Solovei, filósofa, ONG Garage Gang
Vlad Troitsky, director, fundador de las bandas Dakhabraha, Dakh Daughters y del proyecto NOVAOPERA
Leonid Finberg, director del Centro para Judaica N Universidad Nacional Academia Kyiv-Mohyla
Serhii Filimonov, comandante de la unidad especial de Honor de las Fuerzas Armadas de Ucrania
Oksana Forostyna, editora de opinión, Ucrania moderna; becaria del programa Futuros de Europa del Instituto de Ciencias Humanas (Viena)
Borys Khersonskyi, rector de KISPP, académico honoris causa (Bélgica), poeta y traductor
Maryna Khromykh, figura pública, directora ejecutiva de la Fundación DEJURE
Ihor Yukhnovskyi, académico de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania
Oleksandr Yabchanka, teniente de las Fuerzas Armadas de Ucrania, médico, profesor de la Universidad Católica de Ucrania
Oleg Yaskiv, científico, culturólogo, vicerrector de trabajo científico de la Universidad Católica de Ucrania, oficial de las Fuerzas Armadas de Ucrania